Desde muy joven, ha estado viendo cómo los misioneros llegaban a su país para compartir la vida en una cultura diferente a la de procedencia. Le llamaba la atención el que quisieran “inculturarse” tratando de comprender una forma de vivir y estar en el mundo alejadas de la concepción occidental y cristiana de la que venían, buscando las explicaciones que el ser humano daba a su origen y lugar en la creación, en el mundo. Es decir, buscando entender el porqué y el cómo de la relación del individuo con un ser creador llamado Dios.
Para comenzar a hablar de este tema, quiso utilizar la expresión "Religión Tradicional Africana" y no el de "religiones tradicionales" porque entiende que hay una religión con muchas y diversas especificidades, en función de la latitud del continente donde nos ubiquemos.
Nos habló de una cosmovisión, una forma de entender el mundo y el lugar del hombre y la mujer en el mismo, con referentes comunes en la que Dios es el creador supremo de todo. Este Dios vive alejado del hombre al tiempo que múltiples deidades son intermediarias entre el hombre y ese Dios, al que no se le molesta por cualquier cosa. Debido a esta lejanía entre Dios y los hombres, no hay una experiencia personal de Dios.
Hay un mundo de vivos, en el que estamos, y del que pasamos a otro mundo estrechamente relacionado con el previo, de forma que esta vida continúa después de la muerte. Morir es el paso a ese mundo donde se encuentran nuestros antepasados y deidades intermediarias. Con el paso del tiempo, los mitos han ido surgiendo como explicaciones a la relación de los acontecimientos que han ido sucediéndose, y son historias que pasan de unas generaciones a otras.
Cuando uno fallece pasa a formar parte de los antepasados, algunos llegarán a ser parte de ese grupo de intermediarios que cada familia tendrá como mediador para pedir algún favor, algún perjuicio, o simplemente la protección de Dios. Los antepasados dan sentido a la filosofía de la muerte, existiendo ceremonias para pasar del mundo de los vivos al mundo de los muertos, de gran importancia a cumplir. Hay un culto a estos antepasados y deidades, a través de ofrendas en lugares reservados para ello (altares en muchos casos vinculados íntimamente con la naturaleza). Para hacer estas ofrendas hay que dirigirse a personas especializadas en ello: los sacerdotes tradicionales, que tendrán diferente denominación en los distintos grupos poblacionales. Pero no todo el mundo puede ser un antepasado, ya que el modo de vivir, el modo de morir, las circunstancias y el motivo lo condicionarán.
La cuna de la humanidad se ubica en África. Todas las investigaciones hasta el momento sitúan el origen del hombre en el continente africano. Por tanto, es en este lugar donde también encontramos las primeras explicaciones del Hombre en relación a la creación, es decir, las primeras manifestaciones del hombre en búsqueda de su lugar y relación con lo que lo ha creado: las primeras expresiones religiosas.
Para los africanos la vida se prolonga y continúa gracias a los hijos. Si uno no tiene descendencia, al morir, en algunos lugares le entierran con una piedra en la mano. Esa piedra indica que has roto el ciclo de la vida puesto que si has recibido vida tienes la obligación de transmitirla antes de marcharte, y no lo has hecho. Esto da lugar a la estigmatización que conlleva no poder tener hijos en algunos casos.
Esta expresión de culto a Dios creador se ha ido modelando con el tiempo, y con el encuentro de unos pueblos con otros, dando lugar a ciertas similitudes presentes en nuestra cultura cristiana y en el culto tradicional. Por ejemplo, la figura de los antepasados como intermediarios en la tradición, al igual que los santos en el catolicismo (aunque los antepasados son de ámbito familiar y los santos son universales). Otros aspectos son antagónicos, pero el entender al hombre como ser transcendente en relación con Dios, hace que nos podamos plantear un diálogo interreligioso, partiendo de esta premisa y de las preguntas que el ser humano se pregunta sobre el sentido de la vida y su relación con el Creador.
Por otro lado, partiendo del hecho de que la religión en África, está presente en todas las facetas del hombre y mujer africanos (vida política, social y familiar), será fundamental tratar de entenderla si queremos acercarnos a las gentes con las que compartimos la vida en misión.
Pilar Núñez. |