"Hasta los cojos y los niños de pecho
bailan"
Tomé una ducha y fui a 20 kilómetros a
celebrar por segunda vez la Navidad en otra comunidad. Eran
las seis de la tarde, y la fiesta duró hasta las nueve de
la noche. Los participantes no eran muy numerosos, pero
el ruido y las danzas que hacían atrajeron a mucha gente,
que respetuosamente se unieron a la fiesta.
En Buka la misa empezaba a las 10. Yo
llegué media hora antes de empezar y la misión parecía un
mercadillo concurrido de cualquier lugar de nuestros pueblos.
Chiquillos por todas partes vestidos
de fiesta, mujeres que habían pasado toda la tarde preparando
comida, y que aún les quedaba mucho para terminar,
catecúmenos o simpatizantes venidos de los pueblos de los
alrededores, que esperaban ser alojados en las salas de
catecismo.
Muchas mujeres jóvenes con los niños
a cuestas que no querían perderse la noche de Navidad. El
cuadro era fantástico y yo casi no me tenía de pie.
Más aspirina y a tirar.
Alguien viene a decir que en la iglesia
ya han instalado la música, y toda la chiquillería echa
a correr a bailar al son de grandes altavoces y una música
muy pegadiza.
Fue la comunidad nigeriana la encargada
de organizar la sonorización y son especialistas. Pusieron
unos ritmos que hasta los cojos y los niños de pecho se
movían al son de las notas.
Era espectacular.
Diciembre 2011 Jesús Fernández de Trocóniz
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