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Rafael Marco   Informe de la Misión de Abuya
   Monseñor Michel Cartatéguy
 
 

Níger es un país bajo la influencia de Aqmi (facción de Al-Qaeda en el Magreb y África occidental) y Boko Haram que últimamente están desatando una violencia inusual sobre todo contra los cristianos (fueron cincuenta los que murieron la noche de Navidad), pero también contra los musulmanes de espíritu abierto y tolerante que son la mayoría, los que nos encontramos a diario y con los que convivimos, trabajamos y amigamos. Un gesto así no se improvisa, es el fruto de relaciones fraternas y respetuosas que remontan a decenios, un esfuerzo por el que apostamos todos nosotros en las misiones donde estamos.
Esto merece una oración. Que el lector no se olvide, por favor.
Rafael Marco, sma. Tera, Níger

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Informe de la misión a Abuya (Nigeria)

Son las ocho de la mañana del viernes 30 de Diciembre de 2011 cuando despega el avión presidencial del aeropuerto internacional de Niamey con destino a Abuya, capital política de Nigeria. A bordo viajan el ministro de Estado, el ministro de Asuntos Exteriores, un diputado de la Asamblea Nacional, un consejero del presidente de la República, el presidente de la Asociación Islámica del Níger y yo, arzobispo de Niamey. Vamos en misión oficial en nombre del presidente de la república del Níger con el fin de presentar un mensaje de compasión al pueblo de Nigeria, víctima de los sucesos dolorosos acaecidos la noche de Navidad en la que 50 cristianos murieron a manos de la secta islámica Boko Haram.

El trayecto entre Niamey y Abuya dura sólo hora y media, lo suficiente para comentar con Cheik Ismaël, el presidente de la Asociación Islámica del Níger, sobre las relaciones fraternas que mantenemos en el Níger entre cristianos y musulmanes a pesar de nuestra preocupación por las corrientes extremistas que ganan terreno en Níger.

Le dije que durante las fiestas de Navidad se habían divulgado mensajes por móvil prohibiendo a los musulmanes participar en la fiesta de Navidad y le enseñé uno que decía: "En la lucha contra la corrupción del Islam, se recuerda a los musulmanes que las fiestas del 24, 25 y 31 de diciembre están prohibidas. Ya no somos ignorantes, el profeta dijo que el que imita a un pueblo, hace parte de ese pueblo. No imites a los cristianos. Pasa el mensaje, pf"

No se extrañó. Me dijo que recibía constantemente mensajes acusándole de no ser fiel al Islam. "Todo esto nos viene de fuera… y debemos estar atentos y luchar juntos contra los que nos quieren separar. Tenemos que trabajar por la paz y la unidad, los que siembran la discordia son numerosos. Vienen de fuera. Nos observan y pueden aprovechar nuestra debilidad para enfrentarnos los unos contra los otros. Monseñor, los dos estamos en la misma situación y no debemos desanimarnos…" me decía desgranando su rosario que algunos islamistas le prohíben utilizar.

Mientras charlábamos los dos, el ministro que estaba sentado enfrente de nosotros leía las notas sobre Boko Haram que le había preparado su secretario.

Boko Haram es un movimiento islamista armado y activo en el noreste de Nigeria. Proclama un Islam radical y rigorista. Su ideología está inspirada en los talibanes de Afganistán y parece tener lazos con Al-Qaida del Magreb Islámico. Sus adeptos rechazan la modernidad y pretenden instaurar la charia en los estados del Norte de Nigeria. "Boko" viene de la palabra inglesa "book" (libro) y "haram", una palabra árabe que significa "prohibido". Todos libros son malos y prohibidos (símbolos de la educación occidental); sólo existe un libro válido: el Corán.

En el aeropuerto de Abuya nos recibe el embajador de Níger en Nigeria y personalidades de la ciudad. Después de tomar un café en el salón de honor del aeropuerto, nos dirigimos en varios coches oficiales negros al centro de la ciudad Abuya. La seguridad es impresionante: militares con casco y chalecos anti-balas, armados de ametralladoras amenazantes nos acompañan delante, detrás y a nuestro lado. Los veía por todas partes.

Una hora después, y gracias a las sirenas de la comitiva, llegamos al hotel Hilton donde el ministro de Asuntos Exteriores de Nigeria nos acoge amablemente. Nuestro inglés es tan pobre como su francés, pero todos hablamos hausa: muchos pueblos de Níger y Nigeria son hermanos, tienen la misma cultura y hablan la misma lengua.

Después de los saludos de rigor bajo las banderas de los dos países, volvemos a los coches y nos dirigimos a la presidencia de la República, lejos de la ciudad. Pasamos varios controles militares y cuanto más nos acercamos, más militares hay. Todo está desierto Hay sensación de peligro y miedo.

La sala de audiencias es austera y bien organizada donde cada uno tiene reservado un lugar con su nombre, su función y su título. Una nuez de cola al lado del micrófono nos deseaba la bienvenida. El presidente de la República, Goodluck Jonathan entró con su sempiterno sombrero negro que no se quita si no es para rezar. Después de los saludos y presentaciones hechas por el ministro de Asuntos Exteriores de Nigeria, M. Mohamed Bazoum, nuestro ministro explicó escuetamente la razón de nuestra misión y pidió a los dos religiosos de la delegación una oración. El imán pronuncio una fatiha en árabe y yo, en francés, una oración de circunstancias sobre la paz y el perdón haciendo referencia al Padrenuestro.

Después de entregar la carta del presidente de la República del Níger, el presidente de la República de Nigeria agradeció efusivamente nuestra visita que le llegaba al corazón. Subrayaba la originalidad de nuestra iniciativa formada por un imán y un arzobispo, un signo elocuente de que lo que se vive en Níger puede hacerse también en Nigeria. El presidente expresó su decisión de combatir la secta Boko Haram que nada tiene que ver con la religión y que había pedido a los países limítrofes la colaboración con Nigeria para luchar sin tregua contra esos asesinos. Nos reveló que miembros de esta secta se habían instalado ya en Níger, Chad y Camerún. Al día siguiente tenía la intención de cerrar las fronteras con esos países para perseguir la secta que califica de "cáncer". La entrevista duró diez minutos, lo suficiente para observar la emoción que embargaba a los responsables de Nigeria por nuestra solidaridad y compasión.

Volvimos al hotel Hilton donde comimos en un "libre-servicio" en el restaurante del hotel. El foie-gras, el salmón y caviar nos recordaban que estábamos en la octava de Navidad.

A la hora de la gran oración del viernes, como toda la delegación era musulmana se dispusieron para ir a la mezquita, el embajador de Níger me invitó a descansar un rato en la embajada, pero yo preferí acompañarles al templo. Todos entraron a rezar y yo me quedé en el coche con la prohibición de abrir la puerta, bajar el cristal de la ventanilla por seguridad. Los militares seguían vigilantes, pero más discretos que al principio.

Desde el patio de la mezquita podía divisar la cruz de la catedral y me puse a rezar en comunión con los que estaban dentro de la mezquita. Pedí para que no hubiese venganzas, que primase el perdón aunque pareciese imposible después de lo sucedido. Recordé las palabras de los obispos africanos del último Sínodo: "No penséis que el perdón no sirve de nada y que es mejor utilizar la venganza: el verdadero perdón lleva a la paz que va a la raíz del conflicto y que transforma a las víctimas y enemigos de antes en hermanos y hermanas".

Recé por estos fanáticos que continúan realizando barbaries cegados por intereses egoístas y que no tienen nada más que odio en el corazón y recé para que cambien y se dignen escuchar la voz de Dios del que tanto hablan.

Para nosotros, cristianos y musulmanes, que procuramos promover la paz, el respeto y la tolerancia que Dios nos enseña, estos terroristas manipulados e imbuidos por ideologías destructoras no pueden pretender obrar en nombre de Dios. Sus barbaries no tienen ninguna justificación, y sobre todo en las santas escrituras. Sigo rezando para que los hombres establezcan relaciones basadas en la verdad y amistad rechazando toda desconfianza. Que Dios, fuente de toda paz, bendiga a los artesanos de paz.

Volvemos al aeropuerto al término de la oración. Apenas nos ponemos los cinturones de seguridad para el despegue del avión que toda la delegación se abandona a un profundo sueño, y es que "Dios colma a sus preferidos mientras duermen"!

Nos despertarán al momento de aterrizar y vamos a tener que responder a las preguntas que varios periodistas han venido a recibirnos. "¿Qué mensaje habáis llevado?", preguntan. El ministro responde diciendo:

"En Níger no podemos seguir insensibles a una situación semejante. Hemos ido a Nigeria para testimoniarles nuestro apoyo, nuestra solidaridad, nuestra compasión y expresarles el mensaje del que hemos querido ser el símbolo… Níger es un país tolerante y hemos querido expresar a los que obran así en Nigeria, a su lado tenemos otro sentido de nuestras relaciones entre las distintas confesiones, vivimos en buena armonía. Así pues, no son las religiones las que están en cuestión sino los hombres con sus intenciones políticas y que no merecen escudarse en ellas para actuar así…" A continuación, el gran imán de la mezquita de Niamey responde en djerma y yo en francés diciendo que me sentía orgulloso de esta iniciativa. Los sucesos de Nigeria han conmocionado las conciencias de los fieles cristianos y musulmanes y juntos condenamos esta violencia. La violencia sobre inocentes no puede ser nunca la solución de un conflicto. El resultado de la violencia es sabido de todos: destruye sistemáticamente y produce masacres inútiles. Hemos ido a decir que los verdaderos creyentes no pueden entrar en la lógica de la violencia; cité la reflexión de un joven musulmán a quien preguntaba si respetaba al único cristiano que había en su pueblo y que respondía: "tu cristiano no tendrá ningún problema con nosotros. El Islam y el Cristianismo no son caminos paralelos"- Es verdad, las líneas paralelas no se encuentran nunca. Nuestros caminos pueden ser sinuosos, pero se cruzan en los intercambios que nos permiten caminar cada uno por su senda con respeto y tolerancia. Sólo el respeto del código del amor nos impide enfrentarnos y nos permite llegar con libertad allí donde queremos llegar.

Fuera del aeropuerto, Isaka, el chofer, me dice que la secta Boko Haram ha hecho estallar una bomba en la mezquita de Maiduguri. Es un ataque a los musulmanes.

Al día siguiente, una importante delegación de dignatarios musulmanes ha venido al arzobispado para desearnos unas felices fiestas de Navidad y nos hemos prometido seguir manteniendo relaciones fraternas para caminar hacia Dios por nuestros caminos particulares

+ Michel Cartatéguy. Arzobispo de Niame