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  Visita a la misión de Korhogo
   
 
 

Tiempo atrás, durante quince días, tuvimos la oportunidad de viajar la familia de Ramón Bernard a Costa de Marfil. Ramón es sacerdote de la S.M.A desde 1970. Actualmente comparte la vida y misión en Korhogo.

Costa de Marfil, fue colonia francesa. Tiene una población estimada de veinte millones de habitantes. y desde 1999, ha sufrido diferentes contrariedades sociopolíticas.

Llegamos al aeropuerto de Abidjan, en el sur del país y antigua capital. No sabemos quién estaba más contento ¿la hermana o cuñado, las sobrinas o él mismo? Nos hospedamos en la casa regional de la S.M.A. Lugar de paso que nos acogió en la llegada y en la despedida. En Santa Bernardette, -su anterior parroquia- celebramos su festividad acompañados de sus feligreses, donde comprobamos el cariño que le tienen. Disfrutamos de su acogida, su liturgia y cantos, amenizados también por la Coral senoufo de Sant Louis.

Al amanecer, nos acoplamos como pudimos en el coche entre las maletas, bolsas, manzanas, pan dulce y champiñones que compramos por la carretera. Fueron 568 km. hacia el norte, sorteando los numerosos baches y el caos circulatorio. La carretera tiene más agujeros que el queso gruyere.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

LLEGADA Y PRIMER CONTACTO

Saboreamos la rica comida africana en los maquis -pequeños restaurantes en la carretera- mientras las gallinas descansaban debajo de las mesas. Tras casi 12 horas de viaje vimos el cartel: Parroquia Saint Louis, en Korhogo. Sus caras expresaban alegría, las nuestras, a pesar del cansancio devolvían sonrisas y tres besos a diestro y siniestro. Una vez instalados, celebramos la eucaristía. Acción de gracias compartida por poder disfrutar en familia el ser misionero.

Lo primero que hicimos a la llegada fue visitar la guardería y compartir los juegos con 68 niños. Fiesta para los peques y no tan peques, compartiendo saludos, entretenimiento, comida y regalos. A pesar de no hablar un francés fluido, nos entendimos a la perfección. Nos buscaban para jugar, nos llamaban por nuestros nombres y nos derretían con sus sonrisas. Por las tardes, en una pérgola al lado de la iglesia, reciben clase 30 niños que van retrasados en la escuela, o que no tienen medios. El despacho parroquial, las salas de reunión, alfabetización, catequesis, la ciber..., las dos corales ensayando, reuniones de las comunidades de base, encuentros de estudio del evangelio... toda una cadena de actividades bien engrasada, que hizo una estancia con mucho ritmo.

ACOGIDA Y DIÁLOGO INTERRELIGIOSO

Visitamos varios pueblos, con pequeñas comunidades, donde el valor de la acogida lo respirábamos continuamente. Pero si nos hemos de quedar con una imagen es la que vivimos en Kenifonkaha. Nada más llegar se acercó una niña, se llama Nofuñon, que significa mi madre es buena, nos dio la mano y nos acompañó por todo el pueblo. No hablaba, solo nos miraba, nos guiaba campo a través y espantaba a los animales. El jefe del pueblo, musulmán, ha cedido los terrenos para la construcción de una nueva comunidad. Quiere la presencia cristiana, aun cuando la mayoría de los habitantes son fetichistas. Un signo del diálogo interreligioso.

EL PAN NUESTRO....DULCE DE CADA DÍA

Una feligresa viuda, Marguerite, tenía un deseo: fabricar pan dulce para venderlo en la ciudad. Cuando supo que se le ayudaría desde la parroquia, en un abrir y cerrar los ojos, construyó el horno en su casa. Participamos en la bendición y a las setenta y dos horas pudimos saborear el bendito pan. Han sido muchas vivencias, difícil de narrar en poco espacio.

GRACIAS A TODOS

Agradecemos a los "guías turísticos" que nos enseñaron la ciudad y permitieron que descubriéramos en vivo y en directo el arte senoufo. A los profesores, que tanto cariño trasmiten a los peques, a los trabajadores de la misión por su paciencia y buen entender. Al pueblo de Korhogo por compartir la vida y descubrir en cada uno la presencia de Dios encarnado. "En verdad os digo que cuanto hicisteis a unos de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis (Mt. 25,40)

ACTITUDES MISIONERAS

Jesús sale a nuestro encuentro, en cada persona que sufre. Nos mira, nos pregunta y nos pide una respuesta. Por el bautismo, todos los cristianos hemos recibido una misión: Id y anunciad. No importa el lugar, importan los hechos, los gestos. Tan fácil y tan difícil. Amar en lo concreto, en el día a día. Mirar a los que sufren con compasión, como Jesús nos lo muestra en multitud de ejemplos. Mirar, escuchar, acoger, acompañar...San Juan de la Cruz: nos invita a ello: "A la tarde te examinaran en el amor, aprende a amar como Dios quiere ser amado y deja tu condición" ¡Otro mundo es posible, depende de ti! Esta es la llamada urgente a la que se nos invita, a ir transformando nuestra micro esfera, nuestra realidad cotidiana, haciendo vida las palabras de San Lucas 6,31: "Y como queréis que hagan los hombres con vosotros, así también haced vosotros con ellos".

Ser misionero es el que evangeliza desde la vida, con un talante de diálogo, paciencia, respeto, sin imposiciones, desde una actitud de compartir experiencias, dispuesto a aprender, escuchando y observando mucho, dejándose interpelar, confiando en los demás. Es el hombre y la mujer de fe y oración. Es el que denuncia y anuncia con sabia audacia y sencillez, con los criterios del Evangelio. Ser misionero es AMAR.

Familia Lamana-Bernad