Figuras misioneras

PAUL PELLET (1859-1914)

Poner constantemente a Cristo en el centro de nuestra vida y traducir la caridad a los otros por medio de la atención y de la delicadeza


RESUMEN BIOGRÁFICO

Paul Pellet nació en la diócesis de Grenoble, en Sainte-Anne d'Estrablin, el 14 de noviembre de 1859, el año mismo de la muerte del Fundador al que estaría llamado a suceder. La familia Pellet, dos varones y una chica, debía ser una familia SMA. El mayor, Étienne, ordenado en 1884, murió en Costa de Marfil en 1899; el segundo, Paul, misionero y obispo, fue nuestro segundo Superior General, de 1907 a 1914. Su padre, simple albañil, no podía permitirse el lujo de pagar una doble pensión en el seminario por sus dos hijos.

Estudios

Paul cursó pues sus estudios secundarios en Lyon, donde tuvo la suerte de pasar algunos años en el Prado (1874-1877), bajo la dirección del bienaventurado Padre Antoine Chevrier. Ello marcó toda su vida muy profundamente: de esta época se remonta su amor por la obediencia, su devoción al Vía Crucis cotidiano y sus hábitos de austeridad (no bebía más que agua) y de mortificación (llevaba el cilicio que se ha conservado). Es aquí donde escucha leer, en el comedor, la vida del que será Saint Théophane Vénard (1829-1861), misionero de Misiones Extranjeras de París, martirizado en Tonkin (actual Vietnam). De 1877 a 1880 acaba sus estudios secundarios en su diócesis donde otra gracia le espera. En efecto, en 1879 es de señalar el paso del Padre François Devoucoux, joven misionero SMA de regreso del Dahomey, el cual habla tan bien que ocho seminaristas de Grenoble (entre otros: Camille Bel, Joseph Pellat, Joseph Fugier, Pierre Piolat, Étienne y Paul Pellet y Benoît Venessy) entran en la SMA. El obispo de Grenoble, Monseñor Fava, era además un amigo del Padre Planque y un ardiente defensor de Misiones Africanas, incluso en Roma.

Entrada en Misiones Africanas

Paul Pellet decide entonces ser misionero y llega en 1880 al seminario SMA de Lyon, donde será ordenado sacerdote el 19 de mayo de 1883. Tras un año en Cork, Irlanda, para aprender el inglés, se embarca en julio de 1884 hacia el Vicariato de la Costa del Benin. Comienza su trabajo en Lagos, donde Monseñor Chausse le nombra rápidamente director de las escuelas, procurador del Vicariato y después su vicario general. Tras diez años de misión debe volver a Francia, agotado.

Ordenación episcopal

En Francia le confian la dirección de la escuela apostólica de Sassenage. Pero en 1895 es consagrado obispo y nombrado vicario apostólico de la Costa del Benin con sede en Lagos. En septiembre de 1901, mientras está recaudando fondos en Méjico para construir un seminario para el clero africano, es llamado a Lyon para la segunda Asamblea General que lo quiere como vicario general para secundar al P. Planque. Asume su cargo y al mismo tiempo la dirección del Seminario de Lyon a partir del 9 de enero de 1902. De diciembre de 1904 a agosto de 1905 emprende una gran vuelta por África Occidental para visitar todas las Misiones confiadas a la SMA.

Superior de la SMA

El 9 de septiembre de 1907 es elegido por la Asamblea General como segundo Superior General. Para mantener la unidad de la Sociedad, Monseñor Pellet acepta la creación de la primera provincia, la de Irlanda, en 1912. A partir de ese momento la SMA tomará el aspecto que tiene actualmente: un conjunto de entidades que se esfuerzan por seguir un mismo espíritu fundador.

A pesar de las resistencias de Monseñor Pellet, la Asamblea General de 1913 lo reelige como Superior General. Pero la enfermedad se lo lleva el 1 de marzo de 1914.

Algunas aportaciones de Monseñor Pellet

- Elaboró el primer reglamento fundamental de formación intelectual y espiritual.

- En 1907 construyó la casa de Chanly, Bélgica, el primer noviciado SMA.

- Compuso el Directorio, cuya redacción había pedido la Asamblea de 1901. Este Directorio permaneció vigente hasta 1968.

- Escribió a sus compañeros varias cartas circulares que en 1913, poco antes de su muerte, fueron reunidas en un solo volumen bajo el título École apostolique des Missions Africaines de Lyon (Escuela apostólica de las Misiones Africanas de Lyon).

- Por medio del Directorio y la Escuela apostólica, se esforzó por dar a la Sociedad la cohesión necesaria para un trabajo fructífero en África.

- La renuncia (a su familia, al mundo, a su cuerpo, a su espíritu, a su corazón, a su voluntad) es el eje central de estos textos y de toda su vida. Pues la renuncia permite pertenecer enteramente a Dios y a la misión. Moldeado por el Véritable Disciple (Verdadero Discípulo) del P. Chevrier, Monseñor Pellet desarrolla la misma espiritualidad. Desde la primera circular, la centra bien: Estudiar Jesucristo, para convertirse en un verdadero discípulo. Para seguir a Jesús (luz, sabiduría, fundamento, centro, principio y fin, camino, verdad, vida, modelo, rey, amigo, maestro) hay que llevar su cruz. Así se le puede seguir en su sacerdocio y en su estado de víctima, su dulzura, su humildad, su pobreza, su obediencia, su caridad, su oración, su predicación y sus trabajos, sus sufrimientos y su muerte.

MENSAJE DE MONSEÑOR PELLET

"¡Plazca a Dios que pronto tengamos un santo, un gran santo que, tras haber sido la admiración y edificación de la Sociedad, sea puesto en los altares! Además de los favores que nos obtendrá del cielo por su poderosa intercesión, servirá de modelo a todos los miembros de la Sociedad. Habiéndose santificado en el contexto en el que vivimos y habiéndose elevado hasta la cumbre de la santidad en la obediencia a nuestras reglas, nos aparecerá como más cercano que los otros santos, y sus ejemplos nos parecerán menos difíciles a imitar. Personificará el ideal del misionero de Misiones Africanas; actualizará y fijará el espíritu de la Sociedad dándole la mejor de las recompensas. Pidamos encarecidamente a Dios que pronto haga surgir entre nosotros ese santo; digámosle a menudo y desde el fondo del corazón con Moisés: Domine, mitte quem missurus es [Señor, envía al que debéis enviar] (Ex 4,13)" (École apostolique, 19232, 12-113).

"En el mundo hay escuelas para hacer oficiales, otras para hacer ingenieros, otras incluso para hacer médicos, abogados, etc.; la de Jesucristo está para hacer santos" (Idem, 114).

"Hace falta a los hombres, a los sacerdotes, y sobre todo a los misioneros una varonil virtud, algo viril, que tenga nervios y músculos; y que la virtud que busca demasiado las dulzuras y huye el penoso esfuerzo y la exigencia no sería ni verdadera, ni sólida" (Idem, 123).

"Para nosotros, misioneros, no hay duda que, llamados a la vida apostólica como los discípulos a los que Jesús exigía la renuncia, sería muy saludable que tomásemos las palabras del Maestro en el sentido que ellos las tomaron y que renunciásemos efectivamente, y no sólo en espíritu, a todo lo que ellos renunciaron. Hay, además, muchos casos en los que la renuncia efectiva se impone a nosotros como un deber grave, son todas las veces que algo se opone al cumplimiento de nuestros deberes de misioneros. ¿Quién no ve que tenemos una obligación estricta y grave de renunciar a nuestra familia, a nuestro país, a situaciones lucrativas, a una vida placentera y confortable, a una existencia independiente, y, en muchos casos, a la salud y a la vida?" (Idem, 131-132).

"Somos instrumentos de los que Dios quiere servirse bien para realizar su obra. Estos instrumentos no los controla bien ni los puede utilizar bien, a no ser que no estén apegados a nada y se abandonen enteramente a él. Los santos estaban perfectamente desprendidos de ellos mismos y de todo. […] Para hacer el bien, el misionero debe adaptarse a las exigencias de su ministerio, y por eso, debe estar libre de todo lo que le impida entregarse plenamente al apostolado. Ahora bien, la libertad se obtiene por la renuncia" (Idem, 134-135).

"Conocéis mis ideas sobre las economías: sabéis que no quiero que recaigan sobre la alimentación que debe ser siempre suficientemente abundante y también bien preparada. Ved pues si hay que modificar algo en vuestro menú ordinario " (Carta al P. Lang, 21 de noviembre de 1898, en AMA 2 C 3, 63).

"Procurad conseguir siempre detalles sobre los últimos instantes de nuestros mártires, y enviarlos al Padre Procurador que los comunicará a la familia del difunto. ¡Por desgracia, cuántos casos se presentan a menudo! Sería bueno, creo, hacer volver al P. Gorju que necesita descanso desde hace ya mucho tiempo. ¿No pasa lo mismo con los PP. Bel y Landais? Que el P. Klauss se cuide más" (Carta al P. Radaelli, 3 de diciembre de 1900, en AMA 2 C 4a, 134).

"Si encontrásemos en África una o dos misiones donde pudiésemos enviar a los compañeros de salud menos robusta, sería lo ideal, a condición, sin embargo, de que el número de nuestras misiones más insalubres aumentara proporcionalmente; pues, en mi opinión, la Sociedad no debe perder, ella no debe perder bajo ningún precio el privilegio de tener las misiones más malsanas del globo" (Carta al P. Bricet, 10 de noviembre de 1905, en AMA 2 C 6, 461-462).