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En
El Aliento del Vagabundo, el autor habla en primera
persona y nos cuenta experiencias, anotadas al vuelo a lo
largo de los años, que van desde el encuentro con
Josefina, la leprosa, hasta la oración de cristianos
y paganos, pasando por la malaria, el calor, los venenos
y sanaciones, el desierto, los pájaros, sin olvidar
las hojas medicinales y la revolución.
A través
de estos relatos, Rafael nos deja entrar en su alma y acceder
a su intimidad para ser testigos del improbo esfuerzo que
hace un hombre para entender África y entenderse
a sí mismo. Descubrimos a un tiempo mundos interiores
y exteriores, costumbres y sabores extraños, y el
ritmo, con el calor, impregna los días y las noches.
Un amigo
africano le dice que las nubes son el aliento de la vegetación,
él dice que la única tierra que tiene el vagabundo
es el camino, y es voluntad suya psar por ella con el señorío
de los nómadas peuls, así de manera indirecta,
este libro nos dice por qué, en treinta años
de camino, un hombre no ha cedido al desaliento. (J.R. Carballada)
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