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François
es un misionero, sobre todo eso, de la Sociedad de Misiones
Africanas. Lo suyo es esta inmensa sabana africana que recorre
con su sufrida moto o a pie. Es allí donde se encuentra
feliz yendo de pueblo en pueblo, saludando a unos y a otros.
François no para de saludar, y es que en la cultura
bariba los saludos son infinitos, y de visitar a pequeños
y mayores. Se detiene en casa de unos a pasar la noche en
su humilde choza, se reune con otros para preparar una celebración
o resolver un litigio, "una palabra" y comparte
con ellos el "sokurú" la eterna y agradecida
pasta de ñame con el picor violento de sus salsas.
Los
relatos de este libro son apuntes que él ha ido tomando
en sus correrías, encuentros y vivencias de apóstol.
Y son parábolas porque además de ofrecer las
observaciones agudas sobre la vida y sabiduría de
un pueblo, deja entrever la obra que el Espíritu
de Dios realiza en hombres y mujeres que no le conocían
y que llega a transformar. Además ofrece las enseñanzas
que deja caer tanto para el misionero como para todo aquel
que se interesa en seguir el camino de Jesús. (R.
Marco)
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