RESUMEN
BIOGRÁFICO
Adolphe Papetard nació en Pierry
(Francia) en 1818. Hijo de militar, cursó la estudios
castrenses como su padre. Fue enviado a la guerra de Argelia
a mediados del S XIX.
Respetuoso
con su madre
Papetard era indiferente a los sentimientos
y creencias religiosas, como una buena parte de la sociedad
de aquella época. A pesar de su increencia, por respeto
a su madre, accedió a llevar consigo una medalla de la Virgen
Milagrosa que su devota madre le regaló, para su protección,
poco antes de partir para África a las contiendas bélicas.
Un acontecimiento
singular: Conversión de Papetard
El militar Papetard, combatió en tierras
africanas, destacando por su valentía y destreza. En 1837,
en la ciudad de Constantina (Argelia), en plena batalla
con fuego cruzado, fue alcanzado por una bala que le hizo
caer inconsciente. Una vez recuperado el sentido, buscando
la herida, comprobó con gran sorpresa y satisfacción, cómo
la bala había impactado sobre la medalla de la Virgen Milagrosa
que su madre le regaló, salvando así su vida. A pesar de
este acontecimiento singular, Papetard siguió siendo indiferente
al hecho religioso, considerando una casualidad el haber
salvado la vida.
De vuelta a Francia, en París, una tarde
de paseo, le sobrevino una tormenta tan fuerte que no le
quedó más remedio que refugiarse en una iglesia cercana,
la parroquia de Notre Dame des Victoires. Allí al entrar
pudo escuchar la oratoria que el padre Desgenettes pronunciaba
sobre los favores concedidos por la Virgen a aquellas personas
que portan la medalla de la Virgen Milagrosa. Papetard,
en este mismo instante, reconoció en su persona las palabras
del padre Desgenettes. Entró para hablar con él de su caso,
y, consecuencia de esta conversación, Papetard decidió colgar
las botas de militar para estudiar teología.
Sacerdote
y misionero SMA
Papetard acabó sus estudios en Roma y
fue ordenado sacerdote. Colaboró con el obispo de Nesqually
(EE.UU), Monseñor Blanchet, en la recaudación de medios
materiales para el sostenimiento de esta diócesis en América,
recorriendo algunos países de Europa. Según relatos de la
prensa de la época el propio Papetard trabajó de misionero
en Oregón unos años.
En Roma escuchó a Monseñor Brésillac,
pedir ayuda económica y colaboradores, sacerdotes y laicos,
que quisieran tomar parte en el recién fundado instituto
misionero de Misiones Africanas de Lyon. Papetard accedió
a la petición de Brésillac, a condición de no ser enviado
a África, debido a su delicado estado de salud. Sufría dolencias
crónicas estomacales.
Papetard pidió a Brésillac ser enviado
a Inglaterra para difundir allí el instituto de Misiones
Africanas. Cuando estaba listo para partir, una recaída
de su salud, le impidió realizar el viaje, siendo enviado,
por prescripción médica, al sur de Francia, a Perpignan,
para recuperarse. Una vez recuperado y estando a un paso
de la frontera española, Papetard propuso a Brésillac entrar
en España para hacer el mismo trabajo que tenía pensado
en Inglaterra. Brésillac accede a la petición y es así como
en marzo de 1858 llega a Barcelona, comenzando de esta forma
un periplo de 7 años por toda la geografía española.
Aportación
del pueblo español al desarrollo de la SMA (1858-1865)
En los periódicos y Boletines Eclesiásticos
de la época, podemos evidenciar el frenético trabajo del
padre Papetard por toda la geografía española. Consiguió
el apoyo del Nuncio en España, Monseñor Barilli, de la totalidad
del episcopado español, y de esta forma mediante triduos
en las catedrales y templos más prestigiosos de las ciudades,
consiguió los recursos materiales y humanos necesarios para
el desarrollo de la SMA. Podemos contabilizar más de 150.000
francos y más de 25 aspirantes españoles que llegaron al
Seminario de Misiones Africanas en Lyon. Si bien la mayoría
de ellos fueron rechazados por el Superior del Seminario;
el padre Planque.
No obstante, gracias al trabajo de animación
misionera de Papetard, ingresaron en Misiones Africanas,
los sacerdotes españoles, Ramón Oliveró, Bartolomé Sarrá,
Francisco Fernández, Evaristo Falcó, y los hermanos laicos,
Elias Martinez (médico), José Baviera, e Isidoro Mass, entre
otros.
Papetard fundó también el Colegio Beato
Pedro Claver, en Puerto Real, Cádiz, con el fin de instruir
a niños africanos rescatados de la esclavitud en Dahomey
por los misioneros Borghero
y Fernández, para ser devueltos a su país con una preparación
tal que fuesen, ellos mismos, agentes activos del desarrollo
de su patria.
Papetard fundó también en España, la "Asociación
protectora de Misiones Africanas" compuesta principalmente
por personas influyentes y de la nobleza española, incluso
la Reina Isabel II, facilitó algún donativo a Papetard en
las dos audiencias que mantuvo en el palacio de Aranjuez,
en Junio de 1858. Esta asociación dió un impulso económico
vital para la SMA.
Regreso
a Francia
En 1865, se cierra el colegio Beato Pedro
Claver de Puerto Real, por diferentes razones, entre otras
el clima anticlerical que se respiraba en España. Además
Papetard ve agudizados sus problemas de salud, y decide
regresar a Francia. En Niza fundará una casa de reposo para
los misioneros que llegan de África con problemas de salud.
En esta misma casa morirá el Padre Papetad el 7 de mayo
de 1877 a los 59 años de edad.
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