Con FE
oramos:
‹‹¡Dios mío,
Tú conoces mis intenciones!
Seas Tú mi
consuelo y mi recompensa, te lo suplico.
Tú conoces
mi debilidad, Dios mío;
no permitas
que la confusión se apodere de mi alma,
y socórreme
en la tentación.
Bienaventurada
Virgen María y todos los ángeles buenos,
socorredme
en la necesidad que tengo de paz interior,
de renuncia
de mí mismo y de completo anonadamiento››.
Oración
recogida en el libro:
La Oración
de Mons. de Marion Bresillac
|